Llega ese momento en el que ya ni tu cama te pertenece.
Irte a la cama es uno de los mayores placeres, pero cuando tienes un perrete todo cambia, ellos tiene un sitio privilegiado, ese lugar en el que aunque quieras no puedes apoyar ni los pies, porque ese es su sitio y si lo haces no te preocupes que ellos te van a ir echando disimuladamente, son graciosos hasta para eso!! Y no hablemos del momento meterse dentro de las sábanas, sí, ese momentazo en el o les dejas entrar o te quitan las sábanas y ellos solos se abren camino, una vez que están dentro tienes dos opciones: o les dejas hueco o les dejas hueco, no hay más que hablar, no hay opción, porque no les hace falta nada más que empujarte con sus patitas y coger sitio hasta el punto de estar tú prácticamente fuera de la cama y ellos tan a gusto, con su carita de felicidad, esa que al mirar te hace imposible el quitarles ni un solo recoveco que pueda estar libre.
¡Y no hablemos de los buenos días que te dan! Si todavía no se han despertado no intentes hacerlo porque no se van a mover del sitio, pero sin embargo si son ellos los que se despiertan antes, olvídate de dormir más, porque no van a parar quietos, empiezan chupándote la cara y acaban destrozándotela hasta que consiguen su objetivo, es decir, que te levantes, les des un poco de tu desayuno y juegues con ellos. ¡¡Esos buenos días son los que merecen!!
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